1. Lo primero que debes hacer es observar a tus clientes. Hazlo, lógicamente, con discreción, pero intenta establecer cuál suele ser, de forma natural, la 'ruta' que siguen a lo largo del establecimiento. Observarás que, de forma continuada y en un alto porcentaje de casos, los clientes siguen un itinerario concreto.
2. En segundo lugar debes identificar cuáles son las zonas a las que el cliente acude de forma natural, y cuáles son las zonas por las que no circulan los clientes con tanta asiduidad dentro de tu local comercial.
3. Una vez identificadas las zonas de mayor y menos tránsito dentro de la tienda, ha llegado la hora de ubicar los productos de una determinada manera, para asegurarnos mantener el tráfico en las zonas que de forma instintiva el cliente visita, y aumentar, a su vez, aquellas por las que no suele pasar con la misma facilidad.